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Teoría del Apego

y sus aplicaciones



El psiquiatra y psicoanalista británico John Bowlby (1977), creador de la teoría del apego, la definió como una forma de conceptualizar la tendencia de los seres humanos a crear fuertes lazos afectivos con determinadas personas y un intento de explicar cómo la separación indeseada y la pérdida afectiva provocan malestar de distintos grados de intensidad y duración. Aquí Bowlby habla de la teoría del apego como cuerpo conceptual. Él utilizó la palabra inglesa “attachment”, que ha sido traducida al castellano como “apego”. Implícitas en este cuerpo conceptual están también las bases evolutivas de la teoría del apego. 


Una parte importante es su modelo de desarrollo evolutivo a través del ciclo vital y, particularmente, en la infancia. Involucra el estudio comparativo tanto del desarrollo normal como anormal, con poblaciones clínicas y poblaciones no clasificadas. En este contexto trata de definir los aspectos más destacados del desarrollo y luego trazar las vías normativas que definen las desviaciones del desarrollo. Para ello se vale en parte de estudios longitudinales, algunos de los cuales permiten predecir el funcionamiento en la edad adulta, incluida la competencia como padre o madre para criar a los hijos; incluidos también los procesos de transmisión intergeneracional de patrones de apego. 


La teoría del apego investiga también las raíces de la psicopatología. De esta manera, articula un modelo general de desarrollo y psicopatología que congenia con el concepto de series complementarias de Freud, donde el comportamiento es visto como el resultado de una interacción compleja entre historia personal pasada y circunstancias socio-afectivas actuales.  


Investigaciones realizadas en los campos de la psicología evolutiva y las neurociencias muestran que, durante el desarrollo, la calidad de los vínculos de apego predice el desarrollo posterior.  En este contexto, nos inclinamos a definir el apego como un tipo de vínculo complejo con componentes motivacionales, afectivos, cognitivos y conductuales. Bowlby propuso un modelo de las motivaciones humanas (equiparable a lo que en psicoanálisis se llama teoría pulsional) en el cual el apego es una fuerza específica y prevalente, independiente de la sexualidad, cuyas funciones son la protección, la supervivencia y la regulación emocional. El apego, como motivación, coexiste e interactúa con otros sistemas motivacionales. Hay varias taxonomías de los sistemas motivacionales, pero Bowlby identificó claramente al apego como una motivación en sí misma. 


En las conceptualizaciones de Bowlby aparece otro uso importante de la palabra apego: las “conductas de apego”. Se trata de lo que hace un individuo para lograr proximidad a la persona con quien tiene un vínculo de apego (y, por consiguiente, para lograr amparo, empatía y respuesta sensible) en el momento en que tal proximidad es necesaria para regular las reacciones emocionales negativas o asegurar el cuidado. 

La tendencia de los niños a buscar apoyo y protección por parte de miembros adultos de su especie, particularmente cuando se sienten asustados, vulnerables, enfermos o fatigados, continúa a lo largo del ciclo vital. Finalmente, la palabra apego también se utiliza para denotar el campo de estudio e investigación del apego como sistema representacional, como motivación, como conducta y como contexto del desarrollo. Para ello, se han desarrollado instrumentos específicos. Esto ha dado lugar a un interjuego entre conocimientos obtenidos a través de metodologías de investigación en diversas disciplinas y la observación clínica.


Un marco referencial para esta manera de promover el desarrollo de la teoría del apego es lo que hoy en día se denomina “consiliencia”. Consiliencia es la disposición por la voluntad de unir los conocimientos y la información de distintas disciplinas para crear un marco unificado de entendimiento. Otro marco referencial importante es la noción de que vivimos en un campo interaccional y que no podemos entender el funcionamiento psíquico del individuo sin tener en cuenta las interacciones parento-filiales, familiares, grupales y sociales. A este punto de vista se le llama “modelo intersubjetivo” y en términos de neurociencias “biología interpersonal”. Estas interacciones están inscriptas también en el pasaje intergeneracional. 


Uno de los conceptos básicos en teoría del apego es el de “modelos operativos internos” que son libretos o mapas cognitivos dinámicos que un individuo tiene sobre sí mismo (como entidad física y psíquica única) y sobre sus personas allegadas. Estos mapas incluyen también componentes emocionales y pueden pertenecer a todos los niveles de organización, desde las construcciones elementales hasta las muy complejas. Los modelos operativos internos comienzan a formarse en los primeros meses de vida y se pueden detectar a los 12 meses de edad con instrumentos específicos. Sin embargo, se continúan construyendo y reformulando en los años posteriores y a lo largo del ciclo vital. Modelos operativos internos de distintas relaciones y distintos momentos de una relación coexisten. La importancia de los modelos más tempranos es que tienden a influir sobre la manera en que el niño experimentará subsecuentemente el mundo y, por lo tanto, afectarán a la construcción de modelos posteriores. Los modelos operativos no son estructuras estáticas. Son muy estables y sin embargo pueden modificarse gradualmente bajo ciertas condiciones, como por ejemplo durante el proceso terapéutico. Dado que se considera que los modelos operativos internos reflejan interacción interpersonal, los modelos de uno mismo y de los otros en desarrollo son, por definición, mutuamente complementarios. Un punto clave en la representación del otro es cuán disponible se encuentra, cuánto se puede confiar en él y con qué grado de sensibilidad y empatía habrá de responder cuando se lo necesita. Un punto clave del modelo operativo interno de uno mismo es el grado en que uno es aceptable o inaceptable a los ojos de sus figuras de apego. El modelo operativo interno de sí mismo está íntimamente conectado a la autoestima y al sentido de identidad personal. La emergencia de la regulación emocional en el contexto de las relaciones de apego puede conceptualizarse, por lo menos en parte, como resultado de la formación de modelos operativos internos basados en experiencias reales donde la regulación ocurre. 


Según Bowlby, la función fundamental de la psicoterapia consiste en identificar, reconocer, explicitar, integrar y modificar los modelos operativos internos del paciente. Para lograr este objetivo es necesario reconstruir la historia de apego del individuo, gracias a la activación de recuerdos infantiles de eventos de interacción familiar de su infancia y adolescencia. Distintos métodos de intervención terapéutica se han venido desarrollando en las últimas décadas, con una raíz básica en el psicoanálisis y aprovechando los desarrollos que tienen lugar en el campo de la teoría del apego y de los estudios de apego.


En los últimos años se ha popularizado el concepto de “mentalización”, a raíz de los trabajos de Fonagy y colaboradores. En cierta manera, la idea de que la psicoterapia basada en la teoría del apego consiste en ayudar al paciente a “mentalizar” ha influenciado la teoría del proceso terapéutico. Por otra parte, más allá de las terapias puramente verbales en terapias individual, grupal, familiar, interfamiliar y de parejas, se han venido incorporando técnicas corporales y la utilización de la meditación y el yoga para facilitar el proceso de cambio psíquico, particularmente en el tratamiento del trauma psicológico, incluyendo el síndrome de estrés postraumático complejo y otros trastornos psiquiátricos graves.



La teoría del apego ha hecho un aporte importante a lo que conocemos como “psicoanálisis relacional”. Del mismo modo, el así llamado “Grupo de Boston de Estudio del Proceso de Cambio” ha hecho un aporte importante a la técnica psicoterapéutica sobre la base de un modelo de desarrollo temprano afín a la teoría del apego. 

En este contexto no debemos ignorar el rol del terapeuta, quien participa consciente e inconscientemente en el vínculo con el paciente y que además recibe resonancias emocionales directas que, en algunos casos, pueden tener un efecto negativo sobre su equilibrio emocional. Todos estos temas serán parte del recorrido histórico y conceptual de la teoría del apego y sus aplicaciones clínicas en los ámbitos individual, grupal, familiar, interfamiliar, de pareja y corporal, a cargo de profesores de primera línea. Las aplicaciones de esta teoría también se extienden a la pediatría, la obstetricia, la enfermería, el trabajo social y la educación. 


Autor: Mario Marrone